¡Caliente caliente! Florentino Pérez realiza la llamada que cambiará todo

El presidente blanco salió tras el partido contra el Brujas con caras de pocos amigos

¡Caliente caliente! Florentino Pérez realiza la llamada que cambiará todo

Florentino Pérez salió ayer tras el partido contra el Brujas con cara de pocos amigos del Santiago Bernabéu. Si hay algo que le molesta al presidente blanco es que el equipo no se deje la piel en los partidos. Y es algo que sucedió ayer durante la primera parte del encuentro. El equipo salió a especular y poco más que a pasearse sabiéndose superior técnicamente a un Brujas, que ya dijimos en la previa, venía con la sola mentalidad de disfrutar del encuentro.

Y vaya si lo hizo. Estuvo cerca, muy cerca, de llevarse el encuentro. Si no llega a ser por, de nuevo, el gol salvador de Ramos y el coraje de Casemiro el Madrid hubiera perdido el encuentro y hubiera puesto su clasificación muy en entredicho. Aún así el equipo blanco va a tener problemas para poder hacerlo, pues en la próxima jornada de Champions tendrá que ir a Estambul a ganar sí o sí al Galatasaray. De no hacerlo el Madrid puede caer en la primera ronda de la Champions. Algo que muchos madridistas no han vivido aún. Sería el culmen al fracaso después de un año donde el 1-4 del Ajax en el Bernabéu ya fue tomado como la mayor afrenta de la historia en esta competición. El Madrid puede tocar aún más fondo.

Florentino llegó a casa ayer y muchas cosas pasaban por su cabeza. El Madrid de Champions de momento es el Madrid de París. Ayer demostró las mismas carencias. Un equipo roto, de líneas muy separadas, un trabajo en la presión realmente inservible y unos automatismos que brillan por su ausencia.

Florentino cogió el teléfono y marco el número. Sabe que puede ser la solución. Llamó a Zidane para mostrarle su total confianza en él y en el proyecto. Lo que ha visto en Liga le ha gustado y sabe que el equipo es capaz de hacerlo. Respalda a Zidane.

Zidane respira tranquilo. Sabe de qué va el juego y que cada tropiezo le pondrá en la picota. Vive de la mano de la presión.