Florentino, señalado, el madridismo arde: vergüenza de un intocable y Ancelotti pende de un hilo
Modric y Kroos, retratados y superados, fueron el blanco de las acometidas del City, pero el peor fue otro: un desastre en este tramo final de temporada
La gran diferencia entre la pasada temporada y la actual, una que el Real Madrid y Florentino Pérez no han querido ver, ha sido un doble fallo, ayer visible en Mánchester, siendo en ambos casos Karim Benzema el eje a focalizar. El jugador francés prácticamente ha desaparecido esta temporada, ni se parece al de la anterior, pero a su edad ya daba síntomas de necesidad, señales que no se escucharon. No la subsanó, la carencia, Florentino Pérez ni en verano ni, más grave, en invierno y lo del Etihad Stadium no hace sino replantear todo el proyecto desde su vértice. Porque Modric y Kroos han demostrado que Jude Bellingham es más necesario que nunca, pero hay algo más acuciante (ya que Camavinga, Tchouameni y Ceballos podían haberles quitado ya el puesto), el 9 galo ha recalcado que el Madrid pecó de confianza y se la ha pegado con él como nudo gordiano: el equipo ahora necesita un delantero centro en el mercado, y lo necesita por encima de todas las cosas. Y no vale un cualquiera.
Después, se puede hablar del pecado de Carlo Ancelotti, de nuevo yendo a guerrear con dos mediocentros veteranísimos al centro del campo más potente, que además le superaba en número, del planeta; el resultado, un agujero mayúsculo por el que dejar circular el raudal de juego de los pupilos de Pep Guardiola. Por ahí ya se fueron en 45 minutos las opciones de la final: 2-0 y cuesta arriba, el partido, con menos físico, sin goleador y sin recambios desde el banquillo, estaba muerto. Y de nuevo Benzema seguía desaparecido, como en tantas otras ocasiones en este 2023. No es este un artículo contra un jugador fantástico, sino un reflejo de una realidad: el galo, de continuar, debe ser un jugador de partidos puntuales, no el primer espada y mucho menos el último y el único. Depender de él a este nivel físico es un suicidio.
Desastre absoluto, un jugador residual
El francés no llegó ni a la presión ni a la asociación, estuvo más que lento; no bajó un solo balón para crear segundas jugadas; fue inefectivo en su intento de ayuda en la construcción; no ganó ni un solo balón aéreo, ni siquiera remató y de nuevo hizo todos los desmarques hacia el lado contrario al pase y sus posibilidades físicas, que ya son alarmantes; como su velocidad, nula. Siendo un jugador de una calidad soberbia y viniendo de ganar un Balón de Oro, sería anecdótico que esta retahíla de enormes de carencias, impropias de una semifinal de Champions League y de un jugador intocable, fuera cosa de un partido, pero no, es asunto de una temporada; donde además todos estos y más déficits no van creciendo en él, son su nueva realidad. Es lo que hay. Ley de vida, dicen.
Lógicamente el madridismo y Florentino Pérez, por ese orden de importancia en el Madrid, estaban iracundos con la puesta de largo del equipo en el Etihad, pero solo el segundo tiene responsabilidad sobre lo que se podía haber cambiado y no se cambió. Que Benzema lleve dos temporadas sin recambio -que en realidad son cuatro, ya que lo de Luka Jovic fue un brindis al sol carísimo (recuerden, 60 millones), como el de dar 4,5 millones de euros de salario a Mariano Díaz, un jugador, como mínimo, de un nivel secundario- ha sido un error de base, calculado, recurrente y por tanto exigible, uno que ahora estalla en la cara de Florentino y veremos si Ancelotti. Desde luego, el Madrid está necesitado de Jude Bellingham -porque Kroos y Modric, que bastante han dado, como Benzema, no no tienen más cuerda juntos a este nivel- pero mucho más de un goleador, y en esto no se puede escatimar en Chamartín; ya saben, hablamos de un Haaland, Harry Kane o Victor Osimhen, no vale un nivel menor, y esa evidencia es inexcusable.