La ruina de Ancelotti, en 4 claves: duda total con su plan en la 22/23
El técnico italiano volvió caer en los mismos errores y esta vez quedó eliminado, por justicia
Los seguidores de fútbol en general y el aficionado medio del club de Chamartín en particular pueden decir dos cosas con respecto al Real Madrid de Carlo Ancelotti visto ayer en San Mamés: fue un equipo pobre y sin ideas, y mereció perder. Ambas cosas, ha demostrado hasta ayer el italiano, en pleno febrero, no van reñidas con tener jugadores capaces de, en dos zarpazos, matar a un rival que ha sido superior, pero ayer eso no ocurrió y la justicia en el césped sonrió el único equipo que buscó las semifinales, el Athletic Club de Bilbao. Y los defectos merengues además dejan a la vista el desastre de Carletto en 4 claves.
El primero de estos puntos que sitúan al míster del Real Madrid en la picota, y con razón, es su obcecación en el único plan que existe sobre su libreta. Ancelotti solo confía en 11 jugadores y sobre ellos hay otros tres futbolistas que entran en el equipo cuando alguno de los primeros once están lesionados (Lucas, Asensio (o Rodrygo) y Nacho son estos otros jugadores), el resto de integrantes del equipo no solo no sirven para su plan, que no cambia, sino que son prescindibles, invisibles, no válidos.
Esta férrea servidumbre a una serie específica de jugadores nos lleva a una segunda circunstancia que explica a la perfección el planteamiento pobre del Madrid no solo ayer, sino en lo que llevamos de temporada. Sí, han oído bien, pobre y durante lo que va de campaña. Es cierto que da gusto ver correr con espacios a Vinícius y Benzema, como ocurría en 2014 con Bale, Cristiano Ronaldo, Ángel Di María y el mismo francés, pero el resto del tiempo el esquema de Carlo Ancelotti tiene un solo objetivo: defender. Lo hace con un bloque bajo tan descarado (y ante cualquier rival) que hasta 8 jugadores del Madrid viven y mueren la mayor parte del partido al borde del área grande de Thibaut Courtois.
Además de ello, tenemos que hablar de los cambios, que siempre llegan tarde (cuando aparecen) y mal. Frente al Athletic su poca confianza en jugadores válidos como Luka Jovic, Eden Hazard o Dani Ceballos llevó al entrenador a dar pasos en falso que culminaron en un fracaso con mayúsculas que en otras ocasiones se ha eludido por la genialidad de Benzema y Vini. Y ejemplos hay para aburrir: Asensio de nueve no aportó nada; Rodrygo no lo ha hecho durante toda la temporada pero sigue siendo indiscutible; Isco, que ha sido prescindible a lo largo de toda la campaña, ayer fue el primer cambio y, como es lógico, no solo no contribuyó a mejorar el juego blanco, sino que los merengues perdieron con él lo único que les hace respirar, la velocidad. El suma y sigue en este sentido es eterno, máxime si miramos las posibilidades infinitas que tenía (y suele tener) Carletto en el banquillo.
Y, por último, como eje de un descalabro que se veía venir y seguramente tenga ecos en lo que resta de temporada hay que hablar de que todas estas políticas de Ancelotti han agotado, humillado y destruido la autoestima del resto de la plantilla que no son esos catorce jugadores, y Camavinga es la prueba. El francés, que suele jugar un máximo de 10 o 15 minutos por partido, cambia continuamente de posición y se le pide que sea lo que no es, por lo que ahora el Madrid tiene a un jugador irreconciliable con aquello que engatusó a los blancos cuando estos se fijaron en el Rennes en él. O lo que es lo mismo, Jovic, Ceballos, Hazard, Vallejo, Antonio Blanco, Miguel Gutiérrez… son solo ya palabras sin esperanza en un papel, convocatoria tras convocatoria; lo suyo es sentarse a observar los partidos y ver pasar la temporada, y lo hacen además cuando Kroos y Modric se desangran con cientos de minutos que exprimen su cuerda finita y jugadores como Casemiro o Rodrygo obtienen un favor que no se han ganado por rendimiento.
Todos estos pecados son tan evidentes como molestos para el madridismo y Carlo Ancelotti incide en ellos en cada partido, lo que ya le pone en el alambre para la temporada 22/23 por un motivo muy concreto: más allá de resultados, estos problemas siempre irán con él, son su sello. Dicho lo cual, ¿es esto lo que quiere ser el Madrid del futuro?