Ancelotti instaura una dictadura que sacrifica a Hazard y 3 piezas más

El trabajo es el fin máximo; la falta de riesgo, el camino

Ancelotti instaura una dictadura que sacrifica a Hazard y 3 piezas más

Dígase una cosa sobre Carlo Ancelotti tras meter al Real Madrid en la final de la Supercopa de España (lo cual debería librarnos del ventajismo): ha instaurado ‘una dictadura’ basada en el trabajo que se perpetúa en la falta de riesgo y que, en suma, sacrifica a Eden Hazard y a, por lo menos, tres piezas sólidas más de la actual plantilla del club blanco. La confianza en lo que hace crece, pero esta es dispar en el vestuario y el motín puede estar pergeñándose.

Y es que mientras los resultados acompañen, mientras la situación sea buena, saludable, nadie puede osar alzar una rebelión interna y que su causa sea escuchada, pero los resultados negativos pueden llegar y entonces varios de los sacrificados por Carlo Ancelotti tomarán la palabra. Porque seamos claros, quizá no se equivoquen las voces que señalan al técnico italiano como demasiado conservador en el juego y en su plan establecido, lo que simplifica y hace replegarse en exceso al Real Madrid sobre el campo (como pudo verse ante el Barça), imposibilita planes alternativos en el terreno de juego y hace previsible a un equipo que, si bien camina con paso firme por el sendero, solo conoce una ruta hacia el destino del éxito; con el riesgo que eso conlleva.

Eden Hazard tuvo un par de pequeñas oportunidades que aprovechó y no ha vuelto a tenerla, y como él otros futbolistas carecen del tiempo, la atención y la cobertura de Carletto para sacar la cabeza. Es verdad que el Madrid gana y sigue adelante en todos los frentes, pero ojo porque la confianza grupal no es total, el estado anímico fluctúa según al rincón que se mire del vestuario merengue y el físico del equipo puede jugar una mala pasada al míster más pronto que tarde.

Más allá de que Carlo Ancelotti hace los cambios muy tarde y siempre en la misma dirección, Hazard y otros implicados (como Isco, Dani Ceballos o Luka Jovic) no entienden como solo se premia la ‘dictadura del trabajo’. Es decir, jugadores como Rodrygo Goes están haciendo una discretísima temporada, siendo bastante optimistas en esta valoración, y sin embargo parecen poco menos que inamovibles sino del equipo titular, sí de los primeros y únicos cambios. Por el contrario, la cantera (con Miguel Gutiérrez, Antonio Blanco, Peter o Sergio Santos a la cabeza), los jugadores antes citados o futbolistas como Jesús Vallejo y Bale están totalmente fuera de la dinámica del equipo.

Real Madrid

Asimismo, el círculo vicioso se acentúa con los que sí son válidos, pero también juegan menos de lo que se han ganado sobre el césped, como Fede Valverde o Eduardo Camavinga, a los que rara vez se les da continuidad y cuyo protagonismo está condenado a tratar de brillar en los minutos finales. Y ya se sabe, sin minutos no hay ritmo ni confianza; no hay posibilidad de mejorar, no hay progresión y, en suma, no hay plan B. El planteamiento de fijar siempre el mismo once (o los mismos trece) conlleva riesgos y Ancelotti está jugando con fuego en este sentido. Como hecho, una prueba: ayer el Barça superó holgadamente al Madrid en posesión (53/47), remates (20/14), córners (9/2), pases (623/546) o balones recuperados (76/65), pero además en movilidad, físico y sobre todo frescura, que empieza a escasear en los titulares blancos, que lo juegan todo con Carletto.

Rodrygo Goes