Años buscando al nuevo Xavi y el Barça lo encuentra por casualidad gratis
La afición quiere darle el número 10 y verle jugar siempre
El Fútbol Club Barcelona consiguió ayer la victoria frente al Athletic de Bilbao en otro partido plano y con poco brillo del equipo de Quique Setién. Lo que parecía que iba a ser un partido fácil para el equipo blaugrana se acabó complicando por deméritos propios y méritos del equipo vasco. Setién prometió buen juego y de momento este Barcelona es un calco al Barça de Ernesto Valverde. Solo se salvan ciertos jugadores, entre ellos el que muchos ven como la única esperanza del club en estos momentos, Riqui Puig.
El canterano ayer le cambió la cara al partido. Salió por un Arthur Melo intermitente. El brasileño se está apagando y los rumores le sitúan fuera del club. Parece que se está rindiendo y que el propio jugador ha tirado la toalla. Ayer la diferencia con la estrella de La Masía fue brutal.
El equipo catalán busca un faro desde la marcha de Xavi Hernández. No habrá nunca un jugador como el de Tarrasa, eso lo tienen asumido dentro del club, pero sí que buscan alguien que sea capaz de llevar el peso del juego como lo hacía el ahora entrenador del Al-Sadd. Ese jugador, pese a quien le pese, es Riqui Puig.
Y decimos esto porque parece que es el propio club quien ha dudado del pequeño jugador. El mediocentro es bajito y su físico engaña. Por eso a los diferentes cuerpos técnicos que ha tenido les ha costado darle minutos. Después de la exhibición de ayer parece que Setién no tendrá más dudas y acabará dándole minutos sí o sí.
No nos cabe duda que si ayer el Camp Nou hubiera estado lleno su nombre habría sido coreado por la grada. Su juego genera expectación y levanta de los asientos. El jugador criado en La Masía tiene en su ADN el juego de posición del Fútbol Club Barcelona. Esto hace que para él sea más sencillo cumplir con lo que le pide Setién.
La afición ya pide que le den el 10. Su camiseta, sin duda, sería la más vendida el año que viene. Setién ha encontrado al nuevo Xavi de casualidad y gracias al mal juego del equipo. No hay mal que por bien no venga.