Eden Hazard, Jovic y Mariano manchan la era Florentino en el Bernabéu
Son los puntos negros del mandato de Florentino Pérez
El Real Madrid está considerado uno de los clubs que mejores decisiones han tomado en cuanto a vender y comprar jugadores en los últimos años, pero también han quedado esclarecidos varios errores cometidos por la directiva blanca que hoy continúan teniendo cierto grado de repercusión en la plantilla que está a disposición de Carlo Ancelotti. Jugadores como Eden Hazard, Álvaro Odriozola o Mariano Díaz siguen ocupando un hueco en la plantilla que bien podría haber dejado sitio a una pieza que sí sea del agrado tanto del técnico italiano como de Florentino Pérez.
Amén de estos futbolistas, otros nombres como los de Luka Jovic, Asier Illarramendi, Danilo o Martin Odegaard también manchan en cierto modo el mandato del mencionado Florentino, aunque en Don Balón queremos centrar la atención en los casos más graves existentes en este apartado durante la última década.
Eden Hazard
El jugador belga es, sin duda, el gran exponente de esta cadena de decisiones. El extremo llegó al Bernabéu como la inversión más cara en la historia del club por un futbolista y en ningún momento los 140 millones pagados por Florentino se han visto reflejados en el césped.
Luka Jovic
El delantero serbio fue una apuesta personal del presidente tras una temporada excelsa en las filas del Eintracht de Frankfurt, pero la presencia de Benzema terminó por tildar este negocio de 60 millones como otro gran error de la era Florentino.
Odriozola
Acarreando un desembolso muy inferior al de Jovic y Hazard, el paso del lateral donostiarra por el Real Madrid tampoco será recordado por ser el más brillante. Lejos de ser una amenaza para Dani Carvajal, el exjugador de la Real Sociedad apenas ha gozado de protagonismo desde que llegó al equipo en 2018 y los 32 millones abonados por la directiva evidencian otro gran punto negro en la historia reciente del club.
Mariano
Con el ariete de origen dominicano ocurre algo similar que con Odriozola ya que, lejos de ser productivo para la consecución de los objetivos, el canterano se ha convertido en toda una carga económica para la entidad cobrando un salario que no se compensa con sus méritos.