El hijo pródigo vuelve a Europa pero Francia se adelanta al Barça
En su antiguo club no se esperaban esa velocidad de los clubes franceses
Hubo un tiempo en el que Bojan Krkic era el foco de todas las miradas. La prensa le había denominado como el nuevo líder del club, la perla de la Masía que estaba llamada a marcar una nueva era. Es cierto que la Masía acababa de fabricar al mejor jugador del mundo, solo que esté no era Bojan, sino un tal Leo que ya por aquel entonces jugaba en la primera plantilla.
Tras una primera temporada poco brillante en el primer equipo, el de Liñola hizo las maletas para tratar de ganarse el respeto en una Serie A que también le fue esquiva. Ni Roma primero, ni Milán después le dieron a Bojan y los suyos las alegrías que ambos esperaban y el canterano volvió a Barcelona, aunque ya nunca más se volvería a vestir de azulgrana.
Comenzó entonces un peregrinaje por varias ligas que le llevaron por la Premier League, la Bundesliga alemana y más recientemente la Major League Soccer, defendiendo los colores del Montreal Impact. Desgraciadamente para Bojan, su fútbol nunca ha vuelto a ser tan brillante como lo fue en las categorías inferiores del Barcelona y eso hace que su nombre esté ya, para siempre, incluido en ese listado titulado: futbolistas que parecía que si pero fueron que no.
Aún así, Bojan, a sus 30 años, tiene una nueva oportunidad para volver a Europa y dejar un último buen sabor de boca. Su contrato con el Montreal Impact finaliza el 31 de diciembre y todo apunta a que el jugador catalán, que en su día renunció a jugar en la selección española por presión y ansiedad, fichará por algún equipo de la Ligue 1 francesa. Quien lo tiene más avanzado es el Saint-Ettiene, equipo con sede en la ciudad homónima, capital del departamento del Loira.
A pesar de lo necesitado que está el Barça y de que su vuelta sería a coste 0, en la ciudad condal no se han planteado firmar a Bojan en ningún momento, aunque a los actuales directivos culés les ha sorprendido lo rápido que se están moviendo en el país vecino para hacerse con los servicios del que un día se creyó que podía ser el mejor jugador del mundo.