El último error grave de Josep María Bartomeu en el Barça fue ¡este!

Josep María Bartomeu pasará al recuerdo por ser el peor presidente en la historia del Barça, sin lugar a dudas. Por su culpa, Leo Messi estuvo a punto de hacer las maletas, pues pidió irse al Manchester City de Pep Guardiola el pasado verano, sin olvidar que dejó a Luis Suárez marcharse libre al Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone. A él, también hay que sumarle a Ivan Rakitic, Rafinha Alcántara y Arturo Vidal, regalados al Sevilla, al Paris Saint-Germain y al Inter de Milán, respectivamente.

Pero no solo eso, si no que también hizo fichajes sin demasiado sentido, que a día de hoy todavía arrastran, en algunos casos. Kevin-Prince Boateng, Jeison Murillo, Martin Braithwaite o Junior Firpo son claros ejemplos. Y, el que viene siendo especialmente criticado es el de Francisco Trincao, ya que no era necesario en absoluto, e invirtió la friolera de 30 millones de euros, que no es poca cosa. Una cantidad que ha estado lejos de amortizar.

Sus actuaciones han sido realmente flojas y discretas, y no ha aportado nada diferente al equipo. Hubo un tramo en el que parecía haberse ganado la confianza de Ronald Koeman, que comenzó a darle minutos y oportunidades, pero, tras el cambio de sistema, de nuevo ha desaparecido por completo de sus planes. A sus 21 años, lo cierto es que no ha dejado más que detalles a cuentagotas de su calidad y de su técnica, pero poco más.

Se le ve poco determinante y diferencial, y, lo que es más importante, tampoco creen que tenga un margen de mejora muy amplio. Lógico que en el Camp Nou ya piensen muy seriamente en deshacerse del internacional portugués, y le hayan puesto en el mercado. El problema es que pocos clubes pueden o quieren pagar ese dineral que se embolsó el Sporting de Braga por él. Como mucho, han recibido alguna que otra propuesta de cesión.

Joan Laporta ya ha intentado colocar a Trincao, bien en la Premier League, o en otra escuadra de La Liga Santander. Pero, hasta el momento, todo ha sido completamente en vano.

Habrá que esperar.