James Rodríguez habló de lo que no debía e Iñigo Pérez se ha enterado y toma una decisión
Iñigo Pérez y James Rodríguez siguen su personal pulso en el Rayo Vallecano incluso cuando el zurdo juega con Colombia
Iñigo Pérez y James Rodríguez mantienen su particular pulso personal por los minutos del 10, sobre los que uno y otro discrepan, y ahora hay un nuevo capítulo de esta trama que apunta a novela de terror de puertas adentro (y fuera) en Vallecas.
Los hechos parecen haber sucedido antes y durante la estancia que el 10 cumple con su selección, Colombia, durante los partidos de eliminatoria para a Copa del Mundo de 2026 y en ellos hay elementos que disgustan a las dos partes, pero solo uno de ellos tiene poder para tomar una drástica decisión, el entrenador.
Una decisión prematura
Dicen que a oídos del entrenador del Rayo ha llegado que el jugador se habría puesto una fecha límite para ver si puede cambiar su situación en el Rayo y LaLiga EA Sports, que no sería otra que el parón navideño, previo paso por el mercado de fichaje invernal, donde podrían surgir opciones interesantes para el sudamericano.
Eso, a juicio de Pérez, no ayuda ni a su situación ni a la del equipo, donde pide unidad e igualdad entre todos sus futbolistas. Y compromiso. Además, en medio está el velado deseo del 10, que está lejos de cumplirse, ya que esa filtración ni le ayuda con Pérez ni favorece que el míster baje los brazos con él. Es más, si este se entera que es cierto, que James presiona en la sombre y amenaza con una salida en enero, entonces estará sentenciado.
Por ahora tácticamente no hay hueco
Lo curioso es que James quiere entrar en los planes de Pérez y ayudar al Rayo; quiere, en suma, cambiar su imagen en el fútbol de élite de clubs, donde acumula un fracaso tras otro. Pero para para entrar en los planes de su actual entrenador deben cambiar muchas cosas.
James no es un prodigio físico y ese es el primer problema, porque Iñigo Pérez basa el éxito de su plan en un ritmo elevado de juego, con presiones intensas para tratar de recuperar cerca de la portería rival. Y no solo eso, pide transiciones rápidas y mucho trabajo en ataque y defensa entre sus jugadores, todo ellos matices que suponen un obstáculo al futbol de James, más estático y posicional. El entrenador, por su parte, ha tomado una decisión: no quiere oír nada al jugador que reste al grupo ni escuchará más presiones, o James lucha por entrar en su planes o no tendrá futuro.