Ronald Koeman lo ve con buenos ojos: opción gratis para el ataque culé

Debido a la situación económica que viven, pues no hay ni un solo euro en las arcas, el Barça no puede permitirse pagar el traspaso de varias estrellas. Y, si lo hacen, sería solo por un crack, que puede ser Erling Braut Haaland, o un sustituto para Leo Messi, en caso de que se marche. Como vemos, el resto de operaciones que tiene encarriladas Joan Laporta son a coste cero, caso de Sergio ‘el Kun’ Agüero, Eric García y, en las últimas horas, Georginio Wijnaldum.

Por eso, ahora ha surgido una nueva posibilidad, que tiene como protagonista a otro futbolista que queda libre en junio, y que resulta del agrado de Ronald Koeman. No es otro que Olivier Giroud, que se ha erigido en uno de los baluartes del Chelsea, desde la llegada de Thomas Tuchel. Pese a que ya no está en el punto más álgido de su carrera, sigue marcando goles, como demostró en la ida de octavos de final de la Champions League, ante el Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone.

Un tanto que puede ser perfectamente candidato al Premio Puskas, y, como ese, ha marcado varios a lo largo de su carrera. No pierde la agilidad y la elasticidad, pese a que nunca haya sido un delantero rápido ni con mucha movilidad. No le hace falta, pues es tremendamente inteligente, y sabe estar en cada momento en el lugar adecuado. A parte, tiene una gran calidad y capacidad de combinar con sus compañeros, bien de cara o de espaldas a la portería.

Todas esas virtudes, su dilatada experiencia y el hecho de que no tenga coste alguno debería de ser suficiente para convencer a Laporta. En el Camp Nou no andan sobrados de cracks para esa zona, y, antes que seguir confiando en Martin Braithwaite, mejor hacerlo con el campeón del Mundial de Rusia en 2018. Es cierto que tendría un sueldo más elevado, pero también garantiza más goles, y sería una alternativa mucho más interesante y fiable.

Al ex del Arsenal o el Montpellier, con el que ganó la Ligue 1, le encantaría probar suerte en La Liga Santander antes de colgar las botas.

A sus 34 años, es ahora o nunca.