Sergio Ramos y Raphael Varane rompen el mito del Santiago Bernabéu
Los dos ex jugadores del Real Madrid mandan un mensaje desde la lejanía
Al comienzo de la pasada temporada -justo cuando el Madrid venía de un año sin brillo pero con la heroica como bandera, habiendo conseguido una liga española a golpe de consistencia defensiva- una de las certezas más grandes que tenía el hinchada merengue era la necesidad incorruptible de mantener su pareja de centrales titulares, formada por Sergio Ramos y Raphael Varane; ahora, un año después, el Santiago Bernabéu se rompe sin ese doble mito.
Y es que de una tacada se han ido del Madrid dos de los mejores centrales de las dos últimas décadas en la historia del fútbol y dos de los mejores de todos los tiempos en el Madrid, y ambos se han marchado a posibles rivales del Madrid en la Champions League (ya sabemos lo caprichoso que puede ser el destino en los sorteos con estos asuntos) como son el Paris Saint-Germain y el Manchester United, de modo que cabe preguntarse, ¿quién tomará su relevo?
Sí, claro que es necesario un relevo, y parece que no lo hay, al menos para Sergio Ramos. Un club como el Madrid, con una mística con su coliseo tan pendiente siempre del peso del escudo y su historia, ha de tener un alma latente detrás, pero el hilo conductor de esa electricidad mágica que conecta la grada con el campo era Ramos y el camero ya no está. Tampoco el francés, dos de los que mejor han entendido esa conexión entre el Bernabéu y los jugadores.
Dicho de otra manera, si Ramos se ha ido y la solvencia de Varane se ha esfumado, ¿qué le queda del liderazgo de antaño al Madrid? En cabeza está Marcelo, al que la grada (no el club) ha sentenciado desde hace dos temporadas y que no será titular, lo cual nos lleva, de nuevo, a Karim Benzema, la única gran esperanza y certeza del equipo. El delantero de Les Bleus puede ser un ídolo e incluso un líder, pero no sabemos si con la personalidad suficiente como para enganchar al Bernabéu a la causa; una carente, cada vez más, de un campo lleno de jerarquía y estrellas. Y sin corazón, sin cracks mundiales, ¿qué le queda a este Madrid?