Mbappé no se achanta, durísimo contraataque sobre Neymar y Al-Khelaïfi

Ruido. Mucho ruido. El Paris Saint-Germain es una fábrica de generarlo y, para su desgracia (aunque también inscrito, parece, en su ADN moderno), Kylian Mbappé, el que debiera ser su referente en el proyecto, es el epicentro, el amplificador de un alto porcentaje de todos sus murmullos molestos. Nada puede hacer más daño a la entidad francesa. El último, sin ir más lejos, rasgó de cerca todas las estructuras del club -la económica, la deportiva, la imagen…- pero deja especialmente tocados a Neymar Júnior y Nasser Al-Khelaïfi.

En este culebrón por el crack de Bondy, que arrancó hace bastantes temporadas, hay multitud de puntos de fuga; así que centrémonos en los recientes. Ahora colea el asunto de los bots (Mediapart ha afirmado que el PSG creó un conglomerado de trolls para dañar, por ejemplo en Twitter, la imagen del astro parisino) y ese conglomerado de, precisamente, ruido generado, supuestamente, de forma intencionada por el mismo club contra el jugador y ciertos medios de comunicación. Un escándalo, vamos. Luego han venido las promesas incumplidas por contrato al 10 de les bleus, entre ellas la pérdida de protagonismo de Neymar. Y todo ello ha hecho que el jugador reaccione con un contraataque durísimo, ya habitual en él, contra sus detractores, uno muy especial pero tremendamente efectivo: siendo el mejor sobre el césped.

Últimamente Mbappé lo es por delante de Neymar y Leo Messi, y curiosamente este paso al frente del internacional con Didier Deschamps llega justo cuando han empezado a filtrase los ataques del club al jugador, ese ruido molesto. Si se fijan, esta deriva del futbolista ya es recurrente: sucedió la temporada pasada cuando se trataba de echar encima del crack a los aficionados parisinos y la opinión pública francesa por su inminente acuerdo con el Real Madrid. Entonces, Mbappé cayó bocas con goles, siendo el mejor sobre el terreno de juego. Sin paliativos, sin discusión.

Más allá de nuevos actores y otros ya habituales en este asunto, como la madre del futbolista o Luis Campos, lo cierto es que Mbappé sabe que él será dueño de su destino si es el mejor sobre el terreno de juego. Y a eso se ha puesto. Quiere hablar con goles, jugadas y llevando los galones del PSG y Francia. Y a fe que lo está logrando. De esta forma, ya sabe: poco a poco el ruido irá cesando o al menos esos altavoces dirigirán su estruendo hacia otros focos. Así de simple: que Neymar y Al-Khelaïfi traten de pararlo. La bestia se ha desatado futbolísticamente (y lo mediático que eso conlleva) y Mbappé, de malas, es un adversario temible, bien lo saben en Barcelona y Madrid.