Pelé cierra el círculo con Maradona: Brasil y el fútbol, huérfanos
'O Rei' murió ayer a los 82 años y quienes le vieron jugar lloran 'al más grande de siempre'
Caminamos sobre hombros de gigantes era la plática habitual asociada a Isaac Newton y en verdad en el mundo del fútbol, también el moderno, todos los grandes que sean considerados en tal estima le deben mucho a la malograda leyenda brasileña Pelé, que ayer murió a los 82 años de un cáncer de colon y dejó huérfana no solo a Brasil sino a todo el balompié. Simplemente cuando vinieron a innovar otros jugadores desde O Rei en este fantástico deporte, nos dimos cuenta que eso ya lo había hecho el Pelé.
Con el 10 de siempre se va no solo el que para quienes lo vieron jugar, casi sin excepción, es considerado el mejor jugador de todos los tiempos, sino también se cierra un círculo que representa al fútbol total, el que vivía más cerca del deporte de contacto, de la práctica en esencia, del barro, de la calle, de las gradas repletas de hinchas dispuestos a todo por ver a su equipo, a su ídolo, que este de los premios y las cámaras. Ese fútbol menos dado a dejarse embaucar por el marketing, la imagen, el preciosismo y la sobreprotección de cada ápice -desde la alimentación al césped, pasando por el bienestar emocional y físico de los jugadores, que alarga las carreras de los profesionales hasta límites inimaginables- que rodea a las disputas. También de las entradas duras, durísimas, que dejaban huella o retiraban, de los jugadores menos dados al teatro, a mentir por el foco, o de los terrenos de juego hoy en día considerados impracticables, antaño normales.
Maradona, Cruyff y antes que ellos Di Stéfano (para algunos Kubala) fueron miembros de ese fútbol que hacía resaltar estrellas puras ante tanto obstáculo, por eso fueron los mejores -incluso se les decía los cuatro grandes- nada parecido a lo de ahora, donde con una alfombra casi se deja vía libre para el talento. Aquello era magia, aunque para gustos… Y Pelé era el rey de todo lo de antes, el único que ha ganado tres mundiales, el primero con 17 años (Vicente Feola apostó por él); era ese capaz de renunciar a jugar en Europa y que se adelantó más de 50 años a cualquier filigrana que vemos en la actualidad; ahí están los vídeos para corroborarlo: si ustedes piensan que algo es nuevo, Pelé ya lo había hecho.
Pelé no fue el mejor, a nuestro juicio, por los éxitos o los títulos, ni siquiera por los goles y sus promedios, sino porque en la cancha fue un adelantado no ya a su tiempo, sino a la historia del fútbol. Era el mejor en cada acción, en su día a día, pero no de entonces, sino de cada década en la que jugó. En el sortilegio diario era donde Pelé marcaba diferencias, lo hacía todo y todo bien. O Rei vestía corona porque ya fue moderno cuando el fútbol estaba en la prehistoria. Y ahora cierra el círculo de El Pelusa, El Flaco o la Saeta Rubia, se va aquel del que dice Menotti (argentino y campeón del mundo), “no hubo ninguno como Pelé; fue el más grande de todos”. Con Pelé nació el Jogo Bonito, el fútbol tuvo un nuevo nacimiento... después de él vinieron (y han venido) quienes le pusieron vértices al arte del mayor artista del balón, ese llamado Edson Arantes do Nascimento.