¡Última hora! United y Chelsea se lanzan a por su fichaje y hunden al Barça
Ambos clubes entran con esta millonada en la disputa por el crack: se complica su llegada a 'Can Barça'
El aficionado del Barça -sobre todo para la generación Z, que ha vivido al abrigo de la larga sombra que imprime sobre el césped la zurda de Leo Messi- está acostumbrado a los éxitos, si no a trofeos, que también, sí a la victoria constante, regular, especialmente en Liga. De ahí que el nivel de exigencia sea máximo. Y de esas que una derrota puntual en una temporada casi perfecta, como las que tuvo en Champions League el equipo ante la Roma y el Liverpool la pasada campaña, escuezan. Simplemente, en la era Messi, el Barcelona suele ganar.
Prueba de ello es que el equipo de Valverde ha cogido velocidad de crucero a estas alturas y gana hasta cuando no tiene tanta intención de hacerlo (el conjunto culé salta siempre al terreno de juego a llevarse los tres puntos, pero cuando el argentino descansa sus posibilidades se difuminan mucho más), como ocurrió en San Siro ante un Inter de Milan que es líder de la Seria A y se jugaba en el choque todas sus posibilidades de clasificarse para octavos de final de la Liga de Campeones. Da igual, si el equipo blaugrana está en modo competición, es casi imposible doblegarle.
Es cierto que el eterno complejo azulgrana de compararse con el Madrid (y viceversa) otorga un valor añadido al conjunto blanco y sus cuatro orejonas en seis años, sin embargo los de Camp Nou ganan Clásicos un año sí y otro también, y títulos de Liga y Copa año tras año. Y los números avalan esta dinámica dominante: de los últimos once campeonatos domésticos (desde 2009) los blaugranas se han llevado ocho, por dos de los blancos (uno del Atlético, en la 2014). Ahora bien, la era Messi se acerca a su fin y hay que buscar la dominancia con otros factores. Y si estos pasan por debilitar al rival, mejor.
El hecho diferencial en este sentido es Neymar, él debe ser la llave de la sucesión en el 10, y Bartomeu va a hacer todo por llevarse al brasileño de París. Sin embargo, no es la única posición sensible ya que Sergio Busquets necesita un recambio de garantía, galones y experiencia al más alto nivel de exigencia. Y de todos los jugadores posibles, más allá de Fabián Ruiz, el Barça quiere por encima de todos a Saúl Ñíguez.
En un principio el club veía complicado convencer al conjunto colchonero de venderle al centrocampista, más aún tras el caso Griezmann, pero el Atleti va a bajar las pretensiones por Ñíguez de sus 125 kilos de la clausura a los 85, para, con ello, hacer caja con él si verdaderamente interesa. Y en Can Barça ese dinero sí es más factible. El problema para el conjunto catalán es que el Manchester United y el Chelsea también le quieren, disponen de dinero en efectivo para ofrecer (los red devils, del que adquieran por Pogba, y los londinenses, todo después de la sanción FIFA) y el cuadro madrileño prefiere reforzar a los ingleses con uno de sus baluartes antes que dárselo al Barça. Saúl puede irse, sí, pero no a Barcelona.