Ainhoa Armentia e Iñaki Urdangarin, Semana Santa de ricos pagada por la infanta Cristina
La pareja disfruta de unas lujosas vacaciones en Sicilia marcadas por un escándalo en plena calle y rumores sobre quién realmente costea sus caprichos

Mientras miles de españoles vivían la Semana Santa entre procesiones, escapadas a la costa o visitas a sus pueblos, Ainhoa Armentia e Iñaki Urdangarin elegían otro destino: Sicilia. Nada de cofradías ni mantillas. La pareja, lejos de las multitudes y los flashes, buscaba un refugio romántico en tierras italianas. Pero lo que parecía una escapada idílica se tornó en un auténtico escándalo.
Según ha desvelado el programa Socialité, Ainhoa protagonizó una bronca monumental en plena calle. Todo ocurrió tras una comida en un restaurante local. Al parecer, la novia de Urdangarin perdió los papeles al pensar que alguien los estaba fotografiando. Gritó, amenazó y, según testigos, estuvo a punto de provocar la intervención de la policía italiana. La reacción fue desmedida. Incluso el propio Iñaki se mantuvo al margen, sin intervenir, dejando en evidencia una actitud distante y poco resolutiva.
¿Una escapada... con dinero ajeno?
El detalle más llamativo de estas vacaciones no ha sido solo la bronca. La pregunta que muchos se hacen es: ¿quién pagó el viaje? Todo apunta a que, aunque separados, la infanta Cristina sigue asumiendo parte de los gastos de su exmarido. La misma Cristina que ahora reside en Suiza y mantiene un perfil bajo. Mientras tanto, Urdangarin pasea su nueva vida sentimental por Europa como si nada hubiera pasado.
La escena final, con un beso romántico entre Ainhoa e Iñaki al salir del restaurante, parece intentar cerrar con broche de oro un día complicado. Pero el daño ya estaba hecho. La privacidad que tanto defienden quedó expuesta. Y, sobre todo, el carácter de Ainhoa también.
Esta escapada nos deja una sensación agridulce. Por un lado, el amor sigue ahí. Por otro, la tensión, el nerviosismo y, cómo no, el eterno rumor del dinero que todavía fluye desde Zarzuela. Una Semana Santa muy distinta a la del resto de los mortales. Lujosa, polémica y, aparentemente, pagada con el sello de la realeza.