Casa Real traía a mujeres del este para que se acostaron con Juan Carlos I a cambio de dinero
Juan Carlos I como nunca antes: un "depredador" respaldado por la impunidad de la Casa Real.
Los escándalos que rodean al rey emérito Juan Carlos I parecen no tener fin. A medida que se desentrañan los misterios de su reinado, nuevas revelaciones ensombrecen su legado. Ahora, una oscura trama que involucra a mujeres del este de Europa ha salido a la luz, y las acusaciones son escandalosas: estas mujeres habrían sido traídas a España con la intención de satisfacer los deseos del ex monarca a cambio de cuantiosas sumas de dinero.
Amadeo Martínez Inglés, excoronel del Ejército y una de las voces más críticas del emérito, no ha dudado en describir a Juan Carlos I como un auténtico "depredador". Según sus declaraciones, estas prácticas eran orquestadas con total impunidad desde la misma Casa Real, utilizando recursos públicos para cubrir los caprichos del entonces jefe del Estado.
El “depredador Juanito”: un reinado marcado por el exceso
A lo largo de su vida, Juan Carlos I habría acumulado una lista interminable de amantes, superando, según Martínez Inglés, la asombrosa cifra de 5.000 mujeres. Entre ellas, figuras conocidas como Bárbara Rey y Corinna Larsen, pero también prostitutas de lujo que eran seleccionadas meticulosamente según los deseos del rey. “La mayoría de las mujeres que se han acostado o han sufrido los juegos eróticos de este perverso personaje eran y son prostitutas. Naturalmente de alto, altísimo standing. En la primera división jugaban las altas féminas españolas asociadas normalmente al espectáculo, la canción, la política, la moda, la nobleza”, reveló el ex coronel del Ejército en una entrevista para ‘ElPlural’.
Y agregó: “Pero prostitutas nacionales eran las menos. Lo normal era contratar mujeres muy especiales de fuera de España. Tanto la nacionalidad, como la altura física, como el color del pelo, como el tamaño de los pechos, como su altura social eran fijadas escrupulosamente por Juanito. Eran traídas al lugar elegido en este país para recibir en olor de “amor puro y desinteresado” al impúdico Borbón”. Las órdenes eran claras y no se admitían negativas.
Una red de complicidad y silencios en la Casa Real
A pesar de la gravedad de estas acusaciones, Juan Carlos I ha logrado esquivar la mayoría de las consecuencias legales, gracias a su blindaje institucional y a su exilio voluntario en Abu Dabi. Aunque su figura sigue siendo objeto de críticas, algunos sectores insisten en defender su legado como pieza clave en la democracia española. Sin embargo, las revelaciones sobre su vida privada siguen deteriorando su imagen.
Lo más alarmante de estas revelaciones no es solo la naturaleza de las acusaciones, sino el nivel de complicidad que habría permitido que estas prácticas se llevaran a cabo durante años sin consecuencias. Un grupo selecto de “celestinos zarzueleros” se encargaba de coordinar los encuentros, seleccionando a las mujeres y asegurándose de que todo se realizara bajo un velo de secretismo. Este sistema, según Martínez Inglés, funcionaba como un reloj suizo, garantizando que el padre de Felipe VI pudiera satisfacer sus deseos sin perturbar su imagen pública... al menos durante su reinado.
Estas operaciones, según las denuncias, eran financiadas con fondos provenientes de los Presupuestos Generales del Estado, lo que añade un componente de corrupción al escándalo. Mientras tanto, la reina Sofía, consciente de las infidelidades de su marido, habría optado por mantener el silencio para preservar la estabilidad de la monarquía.