Charlene se negó a mantener relaciones íntimas con Alberto de Mónaco y sus hijos fueron in vitro
La relación entre Alberto y Charlene siempre fue una pantomima

Desde que en el año 2011, el Príncipe Alberto y Charlene se dieron el sí quiero, todo apuntaba a que ese matrimonio estaba destinado al fracaso. Como ya no es sorprendente en las casas reales europeas, ni Charlene estaba enamorada de su marido ni Alberto II tenía intención alguna de ser fiel a su esposa. La realidad no era otra que la existencia de un interés puro y duro por ambas parte de fingir un matrimonio que solamente ha servido como una especie de parapeto para tapar todas las desventuras amorosas del Príncipe Alberto, que ha roto por completo la estabilidad emocional de Charlene.
Ante esta situación, Charlene nunca tuvo la más mínima intención de intimar con su esposo. La sudafricana siempre sintió repulsión hacia un Alberto II con el que, según fuentes cercanas a la Casa Real de Mónaco, nunca llegó a compartir relaciones de cama. Una situación realmente sorprendente al tener en cuenta que los Príncipes de Gales han acabado teniendo dos hijos.
En este sentido, según hemos podido saber, los hijos de Charlene y Alberto fueron concebidos in vitro. Es decir, que nunca tuvieron que mantener relaciones de cama para que Charlene de Mónaco pudiera quedarse embarazada. Una situación que se trató de mantener en secreto, pero que ha acabado siendo revelada gracias a las confidencias de ciertos medios monegascos y franceses.
Un matrimonio hecho para tapar vergüenzas
La realidad es que si fuera por Alberto II, él nunca se hubiera casado. El Príncipe monegasco disfruta como nadie de su vida sexual y, a pesar de que no se ha probado nunca, ha usado su matrimonio con Charlene para silenciar y evitar escándalos sobre su vida íntima. Pues, desde Francia no han sido pocos los que aseguran que disfrutaba de la compañía de hombres y mujeres. Algo que nos puede parecer más que normal, pero que en la Casa Real de Mónaco era inaceptable.
Así pues, a pesar de no haber mantenido ni una sola relación íntima, Charlene de Mónaco y Alberto se acabaron casando con la única intención de usar su matrimonio como una gran cortina de humo destinada a evitar rumores indeseados sobre las costumbres íntimas del Príncipe Alberto de Mónaco.