El comandante al mando de la Escuela Naval de Marín obliga a Leonor a hacer dieta
La princesa Leonor afronta los retos de la disciplina naval mientras enfrenta rumores sobre un plan alimenticio impuesto por sus superiores.
Desde que ingresó a la Escuela Naval de Marín, la princesa Leonor ha seguido un estricto programa de disciplina y educación, típico de una institución militar de gran reputación.
No obstante, recientemente se han propagado rumores de que, además de las rigurosas rutinas cotidianas, el comandante al mando habría establecido un plan de alimentación específico para la sucesora al trono. Según algunas personas próximas a la academia, esta acción estaría enfocada en ajustar la condición física de Leonor a los criterios de la educación naval.
Las exigencias de una formación militar
La vida en la Escuela Naval no es fácil, incluso para la reina en formación. Los cadetes encaran jornadas extensas repletas de entrenamiento físico, análisis teórico, ejercicios en alta mar y una estructura de vida concebida para promover el sacrificio, la responsabilidad y la resistencia. En este escenario, se comprende que el estado físico de los candidatos es una prioridad.
No obstante, de acuerdo con estas personas que monitorean de cerca la vida de la princesa, las demandas para Leonor podrían estar superando lo convencional. Algunas fuentes señalan que el comandante habría dictado modificaciones en su alimentación, argumentando que estas modificaciones son imprescindibles para incrementar su desempeño y conservar su energía durante los ejercicios. Este hipotético régimen alimentario estaría elaborado por expertos en nutrición, ajustado específicamente a las exigencias físicas severas de la academia.
A pesar de que estas acciones son habituales en contextos militares, la elección de imponer a Leonor una dieta rigurosa ha suscitado discusiones en algunos grupos. Por una parte, aquellos que respaldan la educación militar indican que estos cambios son imprescindibles para que la sucesora alcance los mismos criterios que sus pares, potenciando de esta manera su habilidad para dirigir en el futuro. En contraposición, sus partidarios cuestionan si estas exigencias son adecuadas para alguien que, más allá de su posición de cadete, está diseñado para un futuro con representaciones diplomáticas y funciones administrativas más que para misiones militares en plena acción.
Las escapadas que preocupan a sus superiores
Sin embargo, la adaptación de Leonor a la vida en el ejército no ha sido completamente lineal. De acuerdo con personas próximas a su entorno en Marín, la princesa ha logrado una rápida integración con sus compañeros y, aprovechando las ventajas de su posición, ha explorado las actividades nocturnas de Pontevedra. A lo largo de los fines de semana, se la ha observado gozar de locales locales hasta las primeras horas de la madrugada, lo que ha causado cierta inquietud entre sus instructores.
El problema no se encuentra solo en sus escapes, sino en el efecto que estas producen en su alimentación y desempeño. Fuentes de Defensa indican que, más allá de los recintos militares, Leonor no se adhiere a las limitaciones de alimentación establecidas, disfrutando de platillos clásicos como croquetas, calamares y tortillas, así como de aperitivos durante la noche. Para neutralizar estas permisiones, los instructores han optado por disminuir la aportación de calorías durante la semana, un "castigo" que tiene como objetivo balancear los excesos del fin de semana.