Froilán explica a su madre que Juan Carlos I ha empezado a no reconocer a algunos amigos
Un momento difícil para la familia real en plena discreción

La situación de Juan Carlos I se ha vuelto cada vez más frágil. Ya no es solo su movilidad o el dolor constante que sufre en la cadera y las piernas. Ahora, quienes están cerca de él han comenzado a notar algo mucho más inquietante: episodios de confusión y olvidos que no eran habituales en él.
Según fuentes cercanas, Froilán ha tenido una conversación reciente con su madre, la infanta Elena, en la que le confesó algo que lo dejó muy afectado. “Mamá, el abuelo no reconoció a uno de sus amigos de toda la vida”, le habría dicho, preocupado. El gesto de Juan Carlos I, al no saludar con familiaridad a alguien tan cercano, encendió las alarmas.
La familia ya sabía que el estado físico del emérito era muy complicado. Lleva años sin poder valerse por sí mismo y vive con dolor constante. Pero este deterioro cognitivo es nuevo, y ha impactado emocionalmente a sus seres queridos.
Una memoria que ya no es la de antes
A sus 87 años, el que fuera rey de España comienza a enfrentarse a un enemigo aún más duro que las dolencias físicas: el olvido. Durante décadas, Juan Carlos I fue conocido por tener una memoria prodigiosa. Recordaba nombres, fechas, anécdotas… incluso los detalles más pequeños de cada persona de su entorno.
Sin embargo, en los últimos meses, ha empezado a perder esa lucidez. Lo que parecía ser una mala racha anímica, se ha transformado en un deterioro más profundo. Amigos de confianza han sido testigos de cómo el emérito los ha mirado sin reconocerlos. Momentos breves, sí, pero lo suficientemente claros como para preocupar a todos.
Desde Zarzuela ya están al tanto de esta nueva etapa. El silencio que ha rodeado la salud del emérito empieza a romperse entre sus propios allegados. Froilán, uno de los nietos más cercanos, no ha querido callarse más. Su preocupación no es solo por la salud del abuelo, sino por lo que esta pérdida de memoria podría significar: el principio del adiós definitivo a la figura que tanto admiraba.
La familia, dividida por la distancia, ahora enfrenta una realidad dura. Juan Carlos I no solo sufre en el cuerpo, también en la mente. Y eso, quizás, es lo que más duele.