Iñaki Urdangarin se reúne con dos personas de total confianza del rey para tranquilizarlo
Ceder para mantener la paz en silencio y sin complicaciones

Iñaki Urdangarin no se rinde. A pesar de haber quedado fuera de la familia real de forma oficial, sigue teniendo un as bajo la manga: su relación con don Juan Carlos. Ya hace unos meses, ha mantenido reuniones con dos personas muy cercanas al emérito. Su objetivo: calmar los ánimos en Zarzuela y garantizar que su nueva vida no se convierta en un nuevo escándalo para la institución.
El ex duque de Palma quiere vivir tranquilo, con estabilidad económica y libertad sentimental. Y está dispuesto a negociar lo que haga falta para conseguirlo. Pide más dinero o, al menos, que lo dejen rehacer su vida sin perder un euro del acuerdo de divorcio. Lo que quiere es claro: paz, amor… y seguridad económica. Y si para eso tiene que hacer visitas discretas o activar sus contactos más antiguos, lo hará.
Una vida sin preocupaciones… por ahora
Desde su ruptura con la infanta Cristina, Urdangarin ha optado por una vida alejada del foco mediático. Pero no por ello menos cómoda. Se ha mudado a una exclusiva zona de Vitoria con Ainhoa Armentia, su pareja, en un piso espacioso cerca de la casa de su madre. No tiene trabajo, pero no le falta de nada. Conduce un Volvo a nombre de la infanta, viaja con frecuencia —Londres, Camboya— y hasta se ha dado el capricho de comprarse una moto de 5.500 euros.
Esta situación ha generado malestar en el entorno de Cristina. “¿Cuánto le va a durar este nivel?”, se preguntan. La respuesta, por ahora, parece estar en manos del propio rey emérito. Porque si alguien puede garantizarle esa vida sin preocupaciones, es él. Juan Carlos fue clave para cerrar el divorcio en su día, y todo apunta a que sigue manejando hilos para evitar que Iñaki se convierta en una nueva fuente de vergüenza para la familia real.
Mientras tanto, Urdangarin se mueve en silencio, pero con un objetivo claro: seguir viviendo como vivía… aunque ya no tenga corona. Y si para conseguirlo hay que comprar su silencio, todo indica que en la Zarzuela están dispuestos a pagar el precio, con tal de mantener a Urdangarin contento, alejado del foco y, sobre todo, callado.