Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia, de patitas en la calle, les piden, por favor, que no vuelvan
Por orden de Felipe VI, Iñaki ha perdido todos los privilegios

Después de poco más de un año después de que Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina firmaran el divorcio, el que fuera Duque de Palma ha comenzado a entender que su vida ya no tendrá nada que ver con la que tenía mientras estaba casado con la hija de Juan Carlos I. Y es que, Iñaki ya habría visto que no es bienvenido en todos lados, como pasaba años atrás. Pues, el hecho de estar completamente separado de la infanta Cristina, ha acabado provocando que el exdeportista no pueda disfrutar de algunos beneficios reservados para los miembros de la Casa Real.
En este sentido, tal y como han revelado fuentes cercanas a Iñaki Urdangarin, el que fuera Duque de Palma ha perdido el acceso a varios de los lugares en los que los miembros de Zarzuela disfrutaban de su tiempo libre. Es por este motivo que nadie ha visto a Iñaki y Ainhoa Armentia por Baqueira. Un lugar que el Duque de Palma frecuentaba cada invierno, durante su matrimonio con la infanta Cristina. Sin embargo, este año ha visto como Felipe VI ha vetado su acceso.
Iñaki Urdangarin es ‘persona non grata’
Después de haber causado mil y un dolores de cabeza en Zarzuela, Iñaki Urdangarin ha visto como todo tiene sus consecuencias. El que fuera Duque de Palma ha visto como por orden directa de Felipe VI y de la infanta Cristina ya no puede acceder a varios de los clubes más exclusivos de España. Urdangarin disfrutaba como nadie de veranear en el Club Náutico de Palma, donde Felipe VI ya ha pedido que no acepten a su excuñado.
Por otro lado, Iñaki tampoco va a poder disfrutar del Club de Polo de Barcelona, un territorio dominado por la infanta Cristina y donde tampoco van a aceptar la presencia del que fuera Duque de Palma, que ya no puede estar ni en Baqueira ni en Palma ni en Barcelona.
Así pues, después de hacerse millonario a costa de los Borbón, Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia han visto como han dejado de ser admitidos en algunos de los círculos más exclusivos de España, donde Felipe VI ha pedido que los pongan de patitas en la calle para así cobrarse una pequeña venganza y evitar hacer el ridículo.