Jaime de Marichalar obligaba a la infanta Elena a pasar un examen para salir a la calle

La boda entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar prometía felicidad, pero detrás se escondían tensiones silenciosas

Jaime de Marichalar obligaba a la infanta Elena a pasar un examen para salir a la calle

La historia de amor entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar parecía un cuento de hadas. Sin embargo, tras la boda en 1995, la realidad fue muy distinta. Detrás de las sonrisas y los actos públicos, se escondía una convivencia llena de tensiones y normas estrictas.

Marichalar, obsesionado con la moda y el estatus social, imponía condiciones muy duras a su esposa. Según diversas fuentes, Elena no podía salir a la calle sin antes pasar una especie de "examen" de estilo. Él revisaba cada detalle de su ropa, desde los zapatos hasta los accesorios. Si algo no estaba a la altura, debía cambiarse.

La justificación de Jaime era clara: como hija de un rey y esposa de un aristócrata, Elena debía mantener una imagen impecable en todo momento. Para él, la opinión pública era vital. No importaba si a Elena le apetecía llevar algo más sencillo. Lo importante era estar siempre perfecta para los focos. Este control férreo acabó afectando el carácter de la infanta. De aquella joven alegre y espontánea quedó poco. Cada vez más reservada, Elena fue perdiendo su frescura, atrapada en un mundo que no terminaba de ser el suyo.

Infanta Elena

Un matrimonio que no pudo resistir

Pero el control de Marichalar no se detenía en la ropa. También dictaba cómo debía comportarse Elena en público. Quería moldear su actitud, su forma de hablar e incluso las personas con las que debía relacionarse. Poco a poco, la infanta se alejó de sus amigos de toda la vida. También se distanció de su propia familia. Antes cercana y cariñosa, empezó a faltar a reuniones familiares y a olvidarse de pequeños gestos que antes cuidaba con esmero.

A pesar de la llegada de sus dos hijos, Froilán y Victoria Federica, la situación no mejoró. Las diferencias entre ambos se hicieron cada vez más grandes. El mundo de desfiles y alta sociedad de Jaime chocaba frontalmente con la necesidad de sencillez de Elena. Tras años de intentos fallidos y después de que Jaime sufriera un ictus, la infanta tomó una decisión firme: poner fin al matrimonio. Un paso doloroso, pero necesario para recuperar su libertad y su verdadera esencia.