Juan Carlos I rociaba a sus amantes con la misma colonia que le traían de París
La fragancia de Eternity: El perfume que marcó las pasiones secretas de Juan Carlos I.
Durante su mandato, Juan Carlos I no solo marcó un hito en la historia política de España, sino también en las vidas individuales de aquellos que lo rodeaban. Un aspecto que ha perdurado con el paso del tiempo y que no solo destaca la elegancia y el poder de un monarca es su selección de perfume.
La colonia Eternity de Calvin Klein ha sido un accesorio que ha acompañado al exmonarca a lo largo de la historia, convirtiéndose en un emblema de su personalidad y, en numerosas ocasiones, en un emblema que lo acompañó durante sus múltiples relaciones amorosas.
Eternity, un perfume con historia
Eternity, un perfume refinado y lleno de sensualidad, se convirtió en uno de los artículos más representativos de la marca Calvin Klein, introducido en la década de los 80. Su aroma refrescante pero cautivador, con matices de lavanda, mandarina, lirio y sándalo, rápidamente se transformó en un emblema. No obstante, para Juan Carlos I, no solo representaba un perfume de lujo. Eternity era el aroma que distinguía su presencia en las reuniones más reservadas, aquellas que nunca debieron ser divulgadas.
En su época de esplendor y autoridad, el monarca se rociaba con la colonia; y quería que sus enamoradas le olieran el cuello para que estas fueran testigos del aroma de la icónica colonia. Se dice que Bárbara Rey, una de los tantos amores del exrey, mantiene en el baño de su casa dos perfumes Eternity.
A lo largo de los años, se ha rumoreado acerca de los amoríos secretos del monarca; sin embargo, con el transcurso del tiempo, los componentes del enigma empiezan a ajustarse. En numerosas de esas reuniones privadas, en las que el monarca exhibía su poder y encanto, el aroma de Eternity era una constante.
Juan Carlos y su regalo curioso a sus amantes
El perfume de Eternity no era meramente un detalle personal. Este aroma, que arribaba a Juan Carlos I desde París, también se empleó como una manifestación simbólica de autoridad y dominio. Se rumorea que el rey concedía botellas de Eternity a sus amantes, como un medio para señalar su territorio y dejar su huella en ellas. La compartición de esta esencia con diversas de sus parejas evidencia no solo su pasión por el lujo, sino también una cierta repetición en sus relaciones personales. Eternity se transformó en el emblema de las pasiones secretas que, durante años, fueron preservadas en la sombra.
El aroma, al igual que la existencia de Juan Carlos I, poseía un cierto grado de enigmas. A pesar de que varios elementos de su reinado continúan siendo polémicas, este detalle olfativo proporciona una visión más humana del monarca, con su pasión por la colonia como una singular característica de su personalidad.
Eternity fue su fragancia, pero también la de las mujeres con las que tuvo instantes de íntimo trato. Un aroma que, con el transcurso del tiempo, se ha vinculado a las memorias de un monarca cuyo reinado estuvo caracterizado por secretos y sombras, y cuya colonia, en la actualidad, continúa siendo un emblema para esos encuentros en secreto que nunca se pierden.