Juan Carlos I sufre una enfermedad degenerativa desde hace 2 años que no tiene solución
El avance de la enfermedad de Juan Carlos I genera preocupación en su familia y pone en duda su regreso a España

El rey emérito Juan Carlos I, a sus 86 años, enfrenta una dura realidad: su salud se ha deteriorado de manera progresiva en los últimos años. Además de sus conocidos problemas de movilidad, que lo han llevado a depender de un bastón e incluso de una silla de ruedas en ciertos momentos, desde hace dos años lucha contra una enfermedad degenerativa sin cura.
Aunque no se trata de Alzheimer, los síntomas que presenta son propios de la demencia senil. Pequeños olvidos, confusión en conversaciones y momentos de desorientación se han vuelto cada vez más frecuentes. Si bien en sus apariciones públicas intenta mostrarse fuerte y lúcido, la realidad en su entorno privado es diferente. Sus hijos, especialmente Felipe VI, están preocupados por su estado y se mantienen atentos a su evolución.
La necesidad de asistencia médica es evidente. En Abu Dabi, donde reside desde 2020, cuenta con el apoyo de su personal de confianza y una amiga cercana, cuya identidad sigue siendo un misterio. Sin embargo, el avance de su enfermedad hace que su cuidado requiera un seguimiento más especializado y constante.
La imposibilidad de volver a España
Juan Carlos I ha manifestado en varias ocasiones su deseo de regresar a España de forma definitiva, pero este escenario parece poco probable. Aunque ha visitado el país en varias ocasiones en el último año, la posibilidad de establecerse nuevamente allí no está en los planes de la Casa Real.
El rey Felipe VI y la reina Letizia son conscientes de que su retorno generaría un debate público intenso. Las polémicas que marcaron los últimos años de su reinado aún pesan sobre su imagen, y su regreso podría reabrir viejas heridas. Además, la falta de estabilidad en su estado de salud hace que un cambio de residencia sea aún más complicado.
Mientras tanto, el monarca emérito sigue viviendo su retiro en Abu Dabi, acompañado por un círculo reducido de personas de confianza. Su enfermedad sigue avanzando, y aunque se intenta mantener cierto hermetismo en torno a su estado, las señales son claras. El paso del tiempo y el desgaste físico y mental hacen inevitable su progresivo deterioro.