Juan Urdangarin, y sus hermanos, preocupados por el verdadero estado de salud de su madre, la infanta Cristina
El desgaste emocional de la infanta Cristina, provocado por su divorcio y la relación de Iñaki Urdangarin con Ainhoa Armentia, ha generado gran inquietud en sus hijos.
El estado de salud de la infanta Cristina ha provocado una preocupación cada vez mayor en sus hijos, en particular en Juan Urdangarin, quien ha adoptado un papel más proactivo en la atención a su madre.
Después del famoso divorcio de Iñaki Urdangarin y su vínculo con Ainhoa Armentia, la infanta se encuentra en una etapa emocionalmente difícil de la que parece no conseguir recuperarse.
Una infanta emocionalmente desgastada
Desde que se confirmó su divorcio con Iñaki Urdangarin, la infanta Cristina ha evidenciado señales claras de empeoramiento físico. De acuerdo con fuentes próximas, está obsesionada con el nuevo amor de su exmarido y no aguanta la perspectiva de verlos juntos felices. Pese a los intentos de su entorno de motivarla y persuadirla a dejar atrás el pasado, Cristina continúa atrapada en los recuerdos de su existencia con Iñaki.
Esta constante angustia ha impactado tanto en su bienestar físico como emocional, provocando un desgaste evidente. Sus hijos, en particular Juan, se han transformado en su principal respaldo, preocupados por el efecto que esta circunstancia podría tener en la estabilidad de su madre a largo plazo.
La infanta también ha implementado acciones severas para prevenir cualquier encuentro molesto con la pareja de su exmarido. Se conoce que ha prohibido de manera explícita a sus hijos acercarse a su padre si está acompañado de Ainhoa Armentia. Esta resolución ha provocado conflictos en la familia, dado que los jóvenes Urdangarin aspiran a preservar una relación balanceada con ambos padres, sin verse involucrados en las controversias de los mayores.
El peso del divorcio en la familia
Pese a que el divorcio se anunció hace mucho, la infanta Cristina todavía no ha logrado cambiar de rumbo. La separación, que fue muy visible y dolorosa, continúa influyendo en la vida cotidiana de la exduquesa de Palma. Sus hijos tratan de apoyarla para superar este capítulo, pero ella se queda atrapada en el pasado, recordando continuamente los momentos complicados que condujeron a la separación.
Esta circunstancia ha provocado que la interacción familiar sea compleja. Los descendientes de la infanta buscan desempeñar el papel de mediadores entre sus progenitores; sin embargo, la resistencia de Cristina a admitir la nueva relación de Iñaki ha dificultado cualquier esfuerzo por la reconciliación familiar. La fascinación de la infanta por la alegría de su exmarido y Ainhoa ha representado un impedimento para su propia recuperación emocional, impidiéndole gozar de su vida y de sus hijos de manera completa.
Pese a los conflictos, Juan, Pablo, Miguel e Irene Urdangarin han mostrado un respaldo absoluto a su madre. Comprenden que está atravesando un periodo sensible y hacen todo lo que esté en su poder para estar a su lado. Juan, especialmente, ha tomado un papel de liderazgo en la familia, siendo quien más se interesa por el bienestar de la infanta. Los hijos han tratado de estimular a su madre mediante diversas actividades y planes de la familia, pero la infanta Cristina continúa enfocándose en el sufrimiento del presente. Los expertos que la familia ha consultado han sugerido terapia psicológica; sin embargo, hasta ahora, la infanta no ha demostrado interés en obtener asistencia profesional.