La amante de Juan Carlos I que pasó de entrar a Zarzuela a vivir en la calle y terminar en el psiquiátrico

Una de las divas del destape más importantes de la época de la transición conquistó el corazón de Juan Carlos I.

La amante de Juan Carlos I que pasó de entrar a Zarzuela a vivir en la calle y terminar en el psiquiátrico

En la historia reciente de la monarquía española, pocos capítulos son tan impactantes y trágicos como el de Roswicha Bertasha, la mujer que, según varios testimonios y rumores, habría mantenido una relación con el rey emérito Juan Carlos I durante los años en que él aún ocupaba el trono. Su historia es una de pasiones, secretos y, finalmente, de caída en el olvido, que la ha llevado a vivir una dramática transformación de la vida en la Zarzuela a la absoluta desdicha en la calle, y más tarde, a un hospital psiquiátrico.

Aunque su nombre es Roswicha Bertasha, todos la conocen artísticamente como Nadiuska. Una de las divas del destape más importantes de la época de la transición que logró destacar en aquella época por su carácter transgresor y rebelde.

El comienzo de la relación: De la entrada a Zarzuela a la intimidad con el rey

Roswicha Bertasha, nacida en Alemania, llegó a España en busca de nuevas oportunidades durante los años 70. Atraída por el glamour y el poder que ofrecía la capital española, la joven conoció a Juan Carlos I en un evento social. Según relatos de cercanos a la corte, el rey emérito quedó cautivado por su belleza y carisma. Así, comenzó una relación secreta que se mantuvo oculta durante años.

Se asegura que Bertasha tuvo acceso privilegiado a la Zarzuela, la residencia oficial de la Familia Real, y vivió un romance fugaz pero apasionado con Juan Carlos I, quien, por aquella época, ya estaba casado con la reina Sofía. La relación, aunque nunca confirmada oficialmente por la Casa Real, fue ampliamente comentada en círculos cercanos al monarca.

Roswicha Bertasha

Durante ese tiempo, Bertasha gozó de una cierta cercanía a la familia real y fue considerada una figura importante en la vida de Juan Carlos I, lo que alimentó el mito de su relación. Sin embargo, tras la disolución del romance, la amante del rey desapareció de la vida pública, dejando un vacío de especulaciones sobre su destino.

De la gloria al olvido: El descenso a la marginalidad

Lo que sucedió después es una historia de abandono y deterioro. Roswicha Bertasha desapareció de los círculos sociales y la vida mediática, enfrentando una vida marcada por el olvido y el aislamiento. Según fuentes cercanas a la mujer, sufrió severos problemas emocionales y psicológicos, en parte debido a la presión de haber sido una figura secreta en una relación con el monarca, y la desestabilización que esto provocó en su vida.

Poco a poco, Bertasha fue perdiendo contacto con sus conocidos y amigos, quedando relegada a una vida de penurias. Se dice que, después de vivir en la calle durante varios años, su salud mental se vio gravemente afectada. Las circunstancias de su vida la llevaron a ser ingresada en un centro psiquiátrico, donde pasó sus últimos años. La tragedia de su vida fue un reflejo de la oscuridad y el abandono al que fue condenada una mujer que, en su momento, tuvo acceso a los círculos de poder más exclusivos de España.