La infanta Elena convoca a sus hermanos para comunicarles la última voluntad de su padre
Juan Carlos I desea ser enterrado en España: la infanta Elena asume el delicado encargo de transmitir su voluntad a sus hermanos.
Desde el exilio dorado en Abu Dabi, el rey emérito Juan Carlos I, a sus 86 años, enfrenta una batalla que no es política ni legal, sino personal. Afectado por la idea de morir lejos de España, el antiguo monarca ha delegado en su hija mayor, la infanta Elena, la misión de comunicar su última voluntad a sus otros dos hijos: regresar a su tierra natal para descansar en paz.
Elena, conocida por ser la más cercana a su padre y quien pasa más tiempo con él, ha convocado al rey Felipe VI y a la infanta Cristina para transmitir este deseo. Según fuentes cercanas a la Familia Real, el emérito anhela fallecer en Zarzuela, el lugar que fue su hogar durante décadas, y ser enterrado en el Panteón de los Reyes del Monasterio de El Escorial, como corresponde a la tradición monárquica. Sin embargo, el camino hacia la realización de esta última voluntad está plagado de obstáculos y tensiones familiares.
Un destino incierto: el dilema del Panteón Real
El deseo de Juan Carlos I de ser enterrado en la Cripta Real de El Escorial choca con una realidad incómoda: la saturación del panteón. La última plaza disponible está destinada a su padre, Don Juan de Borbón, quien falleció en 1993 pero cuyos restos aún no han sido trasladados al espacio final. Además, los cuerpos de los reyes deben pasar décadas en el llamado “pudridero”, un lugar secreto donde se descomponen antes de ser depositados en pequeños féretros de plomo.
Ante este dilema, el emérito habría propuesto la construcción de una nueva cripta subterránea en El Escorial, conectada a la actual. Aunque Patrimonio Nacional supuestamente ya cuenta con planos preliminares, el proyecto no ha avanzado. La polémica en torno a esta propuesta refleja no solo los desafíos logísticos, sino también las divisiones en torno al legado de Juan Carlos I.
Felipe VI: entre la lealtad familiar y la imagen de la Corona
La petición de Juan Carlos coloca al rey Felipe VI en una posición complicada. Como hijo, enfrenta la responsabilidad de honrar los deseos de su padre. Pero como jefe de Estado, debe proteger la imagen de la monarquía española, que ya ha sufrido por los escándalos del emérito. En Zarzuela y el Gobierno, según rumores, existe resistencia al regreso del antiguo monarca en vida, temiendo que su presencia reavive viejas controversias. Mientras tanto, la infanta Elena actúa como mediadora en este delicado asunto, intentando aplacar tensiones y garantizar que la voluntad de su padre sea respetada. Para ella, más que una tarea, parece ser un deber moral hacia quien considera el verdadero líder de la familia.
A pesar de los escándalos que marcaron sus últimos años, Juan Carlos I ve en su regreso a España no solo un deseo personal, sino una forma de reafirmar su lugar en la historia del país que gobernó durante casi cuatro décadas. Sin embargo, cada día que pasa sin una resolución agrava su angustia y la de quienes lo rodean. La figura del rey emérito sigue siendo tan divisiva en la muerte como lo fue en vida. Mientras tanto, el reloj avanza, y la familia real, liderada por Felipe VI, deberá decidir si honra la última voluntad de un monarca que, para bien o para mal, dejó una marca imborrable en la historia de España.