La infanta Elena hizo jurar a Jaime de Marichalar que jamás contará lo que pasó en Nueva York

Un romance oculto y un juramento eterno que aún pesa en la sombra de la realeza

La infanta Elena hizo jurar a Jaime de Marichalar que jamás contará lo que pasó en Nueva York

Dicen que el silencio vale más que mil palabras. Y en la Casa Real, ese dicho es casi una norma sagrada. Jaime de Marichalar, exduque de Lugo, ha sido siempre un hombre discreto. Incluso cuando lo perdió todo: el ducado, los privilegios, la reputación. Nunca habló más de la cuenta. Ni siquiera cuando la prensa lo destrozó con titulares malintencionados. Y mucho menos ahora, cuando podría hacerlo y no lo hace.

Una de las razones de ese silencio pesa más que cualquier contrato o amenaza. La infanta Elena, su exmujer y madre de sus hijos, le hizo prometer que jamás revelaría lo ocurrido en Nueva York. Un episodio que, según fuentes cercanas, ocurrió mientras él se recuperaba de un ictus. Cuentan que Elena ya daba por terminada la relación y vivió un breve romance con otro hombre durante una estancia en la Gran Manzana. Algo que ella jamás reconocerá públicamente. Y que Marichalar, como caballero, guarda bajo llave.

Jaime de Marichalar

El precio de la lealtad

Jaime de Marichalar lo perdió todo cuando se divorció. Juan Carlos I lo dejó sin nada. Lo apartaron de los consejos de administración a los que había llegado por ser yerno del rey. Le quitaron los escoltas, los viajes, el trato de excelencia. Incluso perdió la custodia de sus hijos. Pero no perdió su dignidad.

Rechazó vivir del apellido Borbón y construyó su camino solo. Hoy es consejero de marcas de lujo, dirige una firma de sastrería y gestiona relaciones públicas para una empresa de calzado. Sin deberle nada a la corona.

Pese a las discusiones con la infanta Elena —con quien no tiene relación alguna—, nunca ha hablado mal de ella. Ni una palabra sobre Nueva York. Ni sobre el pasado. La reina Sofía, consciente de lo que podría desatarse si él hablara, también le pidió que mantuviera la boca cerrada. Y él lo ha hecho. No por miedo, sino por clase.

Marichalar, el exyerno repudiado, ha demostrado ser más leal que muchos que aún visten corona. A veces, el silencio dice mucho más que un discurso. Años después, sigue siendo el gran secreto que nunca salió de Manhattan.