La reina Sofía exige a Letizia que le haga reverencias, la llame alteza y le hable de usted
Un choque de estilos y jerarquías que evidencia la distancia entre ambas.
La relación entre la reina Letizia y doña Sofía nunca ha sido un remanso de paz, pero ahora las tensiones han escalado a niveles insostenibles. Según el reportaje publicado por Vanitatis, la reina emérita no ha abandonado jamás su papel institucional, ni siquiera en la intimidad familiar, y exige que su nuera respete las formas protocolares con las que el resto de la familia la trata.
En este conflicto subyace una guerra silenciosa entre dos estilos irreconciliables: el de una reina moderna y cercana como pretende ser Letizia, y el de una Sofía anclada en el protocolo férreo de las monarquías clásicas.
Sofía: una reina hasta en la intimidad
La reina Sofía, acostumbrada a ser tratada con absoluta deferencia por sus hijas, nietos e incluso su hermana Irene, no tolera que Letizia rebaje ese estándar. Según el citado medio, tanto las infantas Elena como Cristina saludan a su madre con una reverencia, incluso cuando están a solas, y su hermana Irene siempre camina un paso por detrás de ella.
Esta exigencia no se limita a los actos públicos: en la intimidad de Zarzuela, Sofía sigue siendo "Su Majestad" para su entorno inmediato. Sin embargo, Letizia, mucho más pragmática y menos apegada a estos formalismos, no ha seguido esta línea de comportamiento, lo que ha generado roces evidentes entre ambas.
Letizia desafía el protocolo: una grieta en la Corona
La reina Letizia, con su estilo directo y su afán por modernizar la monarquía, ha roto en más de una ocasión con las estrictas normas de la reina emérita. No es casualidad que las tensiones entre ambas hayan quedado expuestas en momentos públicos, como aquel bochornoso episodio en la catedral de Palma, donde Letizia bloqueó a doña Sofía cuando intentaba hacerse una foto con sus nietas.
Fuentes cercanas aseguran que doña Sofía ha reclamado en privado a Letizia que respete su estatus, exigiendo que le hable de "usted", que la llame "Alteza" y que, en ocasiones especiales, le haga la pertinente reverencia. Pero Letizia no está dispuesta a retroceder en esta batalla simbólica.
El choque entre ambas reinas es también un choque generacional, donde una representa el pasado glorioso —y rígido— de las monarquías europeas y la otra intenta adaptarse a una era donde el protocolo parece cada vez más anacrónico.
Una relación rota y una convivencia incómoda
En Zarzuela, la situación es tensa. Letizia y Sofía evitan coincidir más de lo necesario, y cuando lo hacen, sus interacciones son frías y distantes. El rey Felipe VI, atrapado entre su madre y su esposa, intenta mediar con poco éxito.
A pesar de su apariencia serena en público, doña Sofía sigue manejando los hilos del protocolo en la intimidad, y cada gesto de Letizia que rompe esas normas es interpretado como un desafío directo a su autoridad moral.
En este contexto, la convivencia entre ambas reinas parece más un pacto de no agresión que una relación genuina. Mientras doña Sofía mantiene su exigencia de ser tratada como "Su Majestad", Letizia continúa con su estilo moderno y sin concesiones, dejando claro que no piensa dar un paso atrás.
La batalla por las reverencias y el protocolo es, en realidad, una metáfora de la lucha por el poder simbólico dentro de la familia real. Y aunque ambas sonreían ante las cámaras, en los pasillos de Zarzuela, la tensión es cada vez más difícil de disimular.