La reina Sofía gasta miles de euros en la adicción a la que lleva enganchada 40 años
La reina Sofía, símbolo de elegancia, revela una faceta inesperada: su obsesión por las compras durante más de cuatro décadas.
La reina emérita Sofía, distinguida por su elegancia y discreción, resguarda un secreto que ha persistido por más de cuarenta años: su obsesión por las compras. Este costumbre, que inició de manera discreta en los primeros años de su mandato, ha ido evolucionando hasta transformarse en un rasgo incuestionable de su existencia. Aunque su reputación pública se vincula con un estilo elegante y discreto, sus visitas a tiendas de lujo y grandes almacenes relatan una historia diferente.
Los lugares preferidos de esta afición son Los Ondres, Mallorca y Madrid. Cada vez que Sofía visita la capital del Reino Unido, "quema la tarjeta" en reconocidas boutiques y tiendas exclusivas, dejando a su paso facturas cargadas de peso. En Palma de Mallorca, es famoso su paso por El Corte Inglés. L
Los trabajadores evocan con asombro cómo cada vez que la reina ingresaba, el comercio experimentaba un incremento notable en las ventas. No es excesivo afirmar que, en sus visitas, "comenzaba el agosto".
El lujo sin límites
En Madrid, la situación no varía. Sofía es una de las clientas VIP más distinguidas en las boutiques de lujo de la capital. De acuerdo con aquellos que la han observado de cerca, no considera el costo de los artículos que selecciona. Joyas, prendas de diseñador y fragancias únicas son componentes de sus compras habituales. Su objetivo es evidente: gozar del lujo sin limitaciones y cumplir con su gusto perfecto.
No solo se refiere al monto de dinero que invierte, sino también a su capacidad para devastar cada sitio que recorre. Las empleadas relatan que la reina no tiene reparos en obtener cualquier cosa que le atraiga, transformando cada viaje de compras en una experiencia inolvidable para aquellos que la asisten.
Más que un capricho
A pesar de que su obsesión por las compras pueda parecer un mero entretenimiento, para la reina Sofía ha representado un método para manejar las tensiones de su cargo. Desde su juventud, la monarquía le demandó mostrar una imagen impecable y ajustarse a un modo de vida repleto de protocolos y limitaciones. En este escenario, las adquisiciones se transformaron en un medio de distracción, una actividad que le brindaba la oportunidad de relajarse y hallar instantes de gratificación personal.
No obstante, no todo se enfoca en sí misma. Sofía también se distingue por su generosa disposición. Gran parte de sus adquisiciones está destinada a familiares y amigos, en particular a sus nietos, a los que a menudo obsequia con detalles que oscilan entre libros y ropa única.
Esta costumbre, pese a ser costosa, ha estado presente en la reina emérita durante gran parte de su existencia. Su entusiasmo por las compras es un aspecto que refleja una mujer compleja y humana, en contraposición a la representación rígida que frecuentemente se vincula con la realeza.
La obsesión de Sofía por las compras no solo muestra un aspecto más personal de la reina, sino que también evidencia cómo incluso las personalidades públicas más sobresalientes buscan maneras de enfrentar las demandas y retos de la vida bajo la mirada pública.