La reina Sofía se siente abandonada por sus nietos
La reina Sofía enfrenta la soledad tras la partida de sus nietos y el distanciamiento familiar

A sus 86 años, la reina emérita Sofía atraviesa uno de los momentos más difíciles de su vida. Su soledad es profunda, y una de las causas principales es la distancia de sus nietos. Aunque, en un principio, la presencia de ellos en el Palacio de la Zarzuela le brindó algo de consuelo, hoy se siente más sola que nunca. La decisión de la Casa Real, respaldada por el rey Felipe VI y la reina Letizia, de que los jóvenes abandonaran el palacio ha dejado un vacío que Sofía no ha logrado llenar.
La salida de sus nietos
En 2023, la llegada de sus nietos Irene y Miguel Urdangarin al palacio supuso un respiro para la reina. Irene, quien había suspendido sus estudios en Suiza, decidió tomarse un año sabático y mudarse a Zarzuela. Un tiempo después, su hermano Miguel, que se estaba recuperando de una lesión, también se instaló en el palacio. En verano, el tercer miembro de la familia Urdangarin, Juan, se unió a ellos tras pasar por una crisis personal en Londres. Estos momentos de compañía fueron muy especiales para Sofía, quien los consideró un bálsamo en su vida diaria.
Sin embargo, la situación no fue bien recibida por los reyes. Felipe VI y Letizia consideraron que el palacio no debía convertirse en un hotel para familiares, por lo que comenzaron a presionar para que los jóvenes se marcharan. Así, primero Juan e Irene abandonaron Zarzuela, y más tarde Miguel también redujo sus visitas. La reina Sofía, que había encontrado consuelo en la cercanía de sus nietos, se quedó sola, sintiendo que su hogar se había vuelto más silencioso y triste. Además, desde que se fueron, la comunicación con ellos ha sido escasa, lo que ha aumentado su sentimiento de abandono.
La soledad y la preocupación por su hermana
La situación empeora aún más con la salud de su hermana Irene, quien padece el mal del olvido. La reina Sofía ha asumido el rol de cuidadora, pero lo hace sin el apoyo de su familia. A pesar de vivir en el mismo recinto, la reina y su hijo Felipe tienen vidas muy separadas, y la falta de tiempo en común ha incrementado la soledad de Sofía. Además, sus nietas Leonor y Sofía están alejadas, concentradas en sus estudios y compromisos. La reina emérita se siente invisible en medio de una familia que parece seguir su camino sin ella.