Reportaje DB | Guti, el genio incomprendido
Seguramente si hablamos de Guti, hablamos de una especie en peligro de extinción por la amenaza del fútbol basado en el orden táctico.
Tras su mediática llegada al Real Madrid y unos primeros meses de contacto y de idilio con la casa blanca, Ronaldo dejaba en una entrevista una frase recordada por muchos. En aquel Madrid de los Galácticos con Raúl, Zidane, Figo, Casillas y Roberto Carlos, el Fenómeno sentenció que el jugador que más le había sorprendido era Guti.
Seguramente si hablamos de Guti, hablamos de una especie en peligro de extinción por la amenaza del fútbol basado en el orden táctico. Sin quererlo, el que fuera 14 blanco encontró para sí mismo y sus semejantes un aliado en el tiki-taka desarrollado por sus “archienemigos” culés. Un estilo preciosista en el que el talento se prioriza sobre lo físico y lo táctico. Una pena que naciera algún año antes de lo debido y que por ello no disputase ningún gran torneo internacional con la selección española abanderada de ese estilo técnico, ya que coincidió con la época anterior y más oscura que la de los Xavi, Iniesta, Silva y Alonso. Siempre le quedará esa espinita que él mismo calificó de puñal en un reportaje de Michael Robinson.
Guti es uno de esos futbolistas que necesitan, además de un par de botas de tacos, musas y gotas de inspiración que aparecen en contadas pero maravillosas ocasiones. Las buenas fragancias se venden en frascos pequeños y eso el Bernabéu o parte de él no siempre lo entendió. Muchas tardes a la salida del estadio se multiplicaban los lamentos por las innecesarias pérdidas de balón y por la poca incidencia de aquel rubio de Torrejón en el juego del Madrid. Su indolencia o su carácter díscolo le costaron algún que otro problema en el campo y fuera de él, además de varias tardes de silbidos.
Quizás sea verdad aquello de que nos damos cuenta de la importancia de algo hasta que lo perdemos. Guti sí contó con el beneplácito no sólo de su estadio sino del mundo del fútbol con varias obras de arte. Arte que el vendía en forma de taconazos, pases de tiralíneas y varios goles a lo largo de su carrera. Inició su trayectoria en el club de sus amores con 9 años y se convirtió en uno de los futbolistas más talentosos de la Fábrica. Del Bosque, asfixiado por el afán coleccionista de Florentino Pérez, quien cada año le traía una estrella mundial para situarla donde había rendido Guti la temporada anterior, conseguía año tras año darle muchísimos minutos a uno de sus niños mimados acomodándolo en diversas posiciones. Puede ser que gran parte de los detractores de Guti no recuerden esa faceta del 14 como un jugador todoterreno y comodín que hizo gala de una extraordinaria polivalencia muy inusual en un jugador tan fino como él.
Lo más parecido a su galería de arte era la mediapunta, esa posición donde se sentía liberado para expresarse y dónde interpretaba a la defensa como un lienzo sobre el que podía pintar pases imposibles con el pincel de su bota izquierda. Y para resaltar los detalles de sus cuadros contaba con el amado recurso de Di Stefano: el tacón. Dos de sus obras primas fueron rubricadas así; en Riazor para que el gato Karim, relamiéndose ante tal regalo, certificase el fin de la maldición (18 años sin ganar allí) y frente al Sevilla en el Bernabéu para gozo y disfrute de Zidane. En ambas, de espaldas al lienzo, hizo honores a la corriente abstracta y tras ambas la crítica, una vez más y tras otra tarde inspirada, clamó; ¡qué bueno es Guti! El gran Sevilla de la 06/07, que sufrió una remontada blanca con una segunda parte del 14 en la que difuminó la poblada zaga sevillista con dos pases antológicos a Van Nistelrooy y Robinho, el doblete en el Olímpico de Roma, el gol a Kahn en semifinales de Champions para que el Bernabéu explotara, su cabezazo en la Intercontinental frente al Olimpia… son parte del legado de un artista al que se le miró con lupa y que fue capricho de Berlusconi, quien le tentó con un salario superior al que tenía en Madrid.
Al canterano también le vimos de mediocentro defensivo, de contención, lugar que no le permitía dibujar como él quería y que le obligaba a comprar las acuarelas para que otros pintasen más adelante. También en el mediocentro se le otorgó la manija del equipo con la misión de trazar un fútbol más lineal y más básico para que desde el exilio viese como otro, más caro y mediático que él, ponía las pinceladas más bonitas en su añorada mediapunta. Incluso llegó a sorprender como goleador puro, cual depredador de área. Como vemos ocupó tantas posiciones en el campo como dispares peinados adornaron esa cabeza privilegiada y con ojos en la nuca que veía el fútbol de otra forma.
La periodista Carmen Colino sentenció en una tertulia televisiva que por calidad Guti, anterior al actual duopolio Cristiano-Messi, era un jugador de Balón de Oro. Realmente nunca se acercó a disputar tal galardón y parece que sólo perdura en la memoria del mundo del fútbol alguna de esas maravillas concretas y propias de jugón díscolo e intermitente que dejó a lo largo de su historia como futbolista. Un recuerdo distinto al que perpetuó con detalles de crack mundial en la retina del aficionado merengue, dónde parece que se le añora ahora más que cuando estaba. O por lo menos su versión artista, esa de jugador diferente y de exponente del último pase como forma de vida. En su debe, el no poder pintar vestido de rojo España ni haber disputado un solo minuto en las tres finales de Champions que presenció desde el banco. En su haber, pases, goles y varias tardes en las que pactó con las musas para levantar a un público que no siempre supo comprender a aquel genio autóctono y que salía de su lámpara con cierta irregularidad pero con una plasticidad personal e intransferible.
Video: Lo mejor de Guti
Iñigo Esteban