Los pecados que siguen atando a Zidane con grilletes en el Real Madrid

Un análisis táctico demuestra que el técnico francés todavía tiene algunos retos apasionantes que superar en su búsqueda de la excelencia.

Los pecados que siguen atando a Zidane con grilletes en el Real Madrid

El Real Madrid volvió a 'pegársela' fuera de casa, esta vez en Wolfsburgo, y otra vez lo hizo cometiendo algunos fallos que Zinedine Zidane no ha conseguido resolver en su etapa en el banquillo merengue, pese a que llegó como revulsivo debido a lo que se creía era un mal ambiente en el vestuario con los métodos de Rafa Benítez. Se pensó que el cambio de técnico haría que esos problemas, que parecían fruto de un malestar de la plantilla con el método de juego y las formas del madrileño, desaparecerían. Pero no es así.

 

Fundamentalmente, llamó la antención el pasado miércoles el hecho de que el Madrid tuviese tantos problemas contra un rival como el Wolfsburgo, cuando sólo cuatro días antes había sido capaz de ganar en el Camp Nou. Pero más allá del aspecto motivacional (es evidente que 'pone' más un Clásico que un encuentro ante el octavo clasificado de la Bundesliga), lo cierto es que el equipo blanco sufrió porque cambió el tipo de partido. Mientras que en el coliseo azulgrana jugó gran parte del choque a defender y salir al contragolpe con rapidez y espacios, un fútbol en el que se sintió cómodo, en Alemania tuvo que asumir la responsabilidad y la iniciativa, algo que le trae de cabeza.

 

Y es que en el Bernabéu apenas se nota, pero fuera de casa este Madrid es incapaz de ser el equipo que proponga juego con garantías de éxito, ni siquiera contra equipos modestos. Las soluciones a la hora de encontrar espacios y mover el balón con intensidad ante defensas cerradas no llegan, especialmente si el equipo no abre el marcador rápido. Mientras que en casa la presencia de la BBC resulta demoledora por el escenario y los espacios que se generan, a domicilio no sucede lo mismo y a Bale, Benzema y Cristiano les cuesta mucho más brillar. Y además eso genera un desequilibrio en el medio.

 

Wolfsburgo

 

Y, precisamente, de ahí viene el siguiente problema: Zidane empezó intentando jugar siempre con los 'tocones', pero poco a poco se fue convenciendo de que el equilibrio defensivo lejos del Bernabéu no era posible con esa fórmula y el actual estado de forma de los futbolistas y el equipo en general. Ha tenido que tirar de Casemiro y prescindir de James e Isco, con la consecuente pérdida de talento en el último pase cuando hace falta. Algo que, por muy mal que estén el malagueño y el colombiano, les sobra. La eterna duda con el sistema 4-3-3 y la BBC.

 

Y por último, el problema endémico de la intensidad. No hay dos partidos seguidos con buenas sensaciones e incluso dentro de un mismo encuentro vemos varias versiones del equipo, dependiendo de la velocidad de circulación de balón y las ganas. Esto sobre todo lo sufre la defensa, tal y como vimos ante el Wolfsburgo. No hay demasiadas ayudas, y este Madrid sigue sin saber bien a qué juega. Una serie de fallos que ni Benítez ni Zidane han sabido corregir.