Se cumplen 30 años de la tragedia futbolística del estadio de Heysel

39 aficionados murieron por los gravísimos incidentes en la final de la Copa de Europa de 1985 entre la Juventus y el Liverpool

Se cumplen 30 años de la tragedia futbolística del estadio de Heysel

La concepción del fútbol y de la seguridad de los estadios cambió después de la tragedia de Heysel. Un desastre que se produjo hace 30 años, el 29 de mayo de 1985, en la final de la Copa Europa que se disputaba en Bruselas entre la Juventus italiana -equipo que este año vuelve a alcanzar el partido estrella del año- y el Liverpool inglés.

 

El negro balance fue de 39 aficionados muertos -32 italianos seguidores de la Juventus, cuatro belgas, dos franceses y un británico-, a causa de una avalancha de aficionados en los prolegómenos del encuentro, además de registrarse 600 heridos de diversa consideración.

 

“Asfixias, pisotones, cráneos rotos y hierros que atravesaron cuerpos fueron las principales causas de las muertes”, aseguraban los diarios de la época para narrar este sangriento suceso.

 

¿Cómo pudo llegarse a tal situación? Lo cierto es que los ánimos estaban muy exaltados en los alrededores del Estadio de Heysel, y en toda la capital belga. La final había sido interpretada por los medios de comunicación como un duelo entre el fútbol inglés, cuyos equipos habían ganado siete de la últimas ocho copas de Europa, y el fútbol italiano, que se había proclamado campeón en el Mundial de España ‘82 con un equipo con seis jugadores de la Juve en el once titular.

 

Un ambiente que estaba muy caldeado durante las horas previas. Bruselas fue tomada por los ‘hooligans’, que habían provocado todo tipo de altercados, mujeres víctimas de vejaciones sexuales, peleas, destrozos en bares y vehículos o robos de escaparates, como una joyería en la que robaron, rompiendo la vitrina con una mesa. “Los hinchas británicos dejaron el centro de Bruselas como si una horda de salvajes hubiera pasado por allí”, recogían las crónicas.

 

En el estadio, los incidentes empezaron con una pelea entre ‘hooligans’ y ‘tifosi’. No había separación clara entre las aficiones y se desencadenó una auténtica batalla sangrienta en la que no faltaron navajas, botellas, barras de hierro, piedras, trozos de alambrada y cualquier objeto susceptible de convertirse en un arma.

 

El momento más dramático estuvo cuando los radicales ingleses iniciaron una carga para derribar la valla metálica que separaba a las dos hinchadas. Los italianos se replegaron hacia las paredes ante la acometida inglesa, produciéndose allí la mayoría de los muertos al quedar aprisionados y aplastados por la muchedumbre contra la gradas, “un infernal e incontrolable movimiento de masas”, relataban los medios de comunicación.

 

heysel

 

Las cámaras de televisión registraron en directo la tragedia y las imágenes resultaban aterradoras. No hubo suficientes efectivos para rescatar a los cadáveres o socorrer a los heridos, y hasta faltaron sábanas para cubrir los cuerpos de las víctimas. Algunos fueron amortajados con la bandera blanquinegra de su propio club.

 

Pero sin tener en cuenta las víctimas, la UEFA, en una decisión surrealista, decidió que se disputara el encuentro, a pesar de la negativa del pleno de jugadores y el cuerpo técnico de jugadores. Según el jefe de Policía belga y el alcalde de Bruselas, se tomó aquella decisión “para evitar una guerra civil”. La final se disputó con una hora y 25 minutos de retraso en un ambiente desolador y con algunos cadáveres todavía visibles en alguna zona del estadio.

 

El resultado de 1-0 con gol, precisamente del actual presidente de la UEFA, Michel Platini, fue lo de menos. La tragedia llevó el miedo al fútbol ante la posibilidad de perder la vida por razones absurdas. Se redujo considerablemente el número de asistentes en la mayoría de los estadios de Europa y los organismos rectores del fútbol (FIFA y UEFA) empezaron a tomar medidas de seguridad. Se comenzaron a realizar cacheos, se instalaron cámaras de vídeo, se prohibió la venta de bebidas alcohólicas en el interior de los estadios, así como la introducción de todo tipo de elementos rígidos que pudieran ser utilizados como armas arrojadizas. Otra medida importante, quizás la que más, fue conminar a los clubes a que dejasen de colaborar y financiar a los grupos ultras más violentos.

 

Las sanciones al fútbol inglés tampoco faltaron. Al Liverpool se le prohibió participar en competiciones europeas durante diez años, aunque luego se rebajaría a seis, mientras que al resto de clubes ingleses les castigaron con cinco años.

 

heysel

 

Heysel podría acabar bajo la piqueta

 

El estadio se ha quedado obsoleto, pese a su remodelación en 1996, y ya no se ajusta a las normas de la UEFA. Además, la ciudad de Bruselas ha sido seleccionada para albergar partidos de la Eurocopa 2020, por lo que es necesario un nuevo estadio.

 

El concejal de Deportes, Alain Courtois, es partidario de la destrucción del recinto actual para crear un nuevo estadio, no lejos de su actual ubicación. Un estadio que acogería a la selección nacional y también al mejor equipo de la capital, Anderlecht.

 

 


Video: Heysel, la tragedia que cambió el fútbol