El mito del Barça despedaza a Luis Enrique antes de Cristiano Ronaldo
Al seleccionador nacional español se le cae el argumentario
Cuando en un lugar en el que se tiene un sentido de pertenencia generalizado se aplica una gestión donde la meritocracia es tan subjetiva, los errores, cuando llegan, son de complicada digestión, y es justo a lo que tiene que hacer frente en estos momentos un Luis Enrique que se vio (y se ve) ante Suiza (1-2) no solo con un pie fuera de la Final Four, sino despedazado por el mito del Barça, que, ahora, amenaza con devorarlo. Mañana se la juega en suelo luso (Braga) frente a la Portugal de Cristiano Ronaldo y mucho han de cambiar las cosas para que las incógnitas no despedacen a Luis Enrique y España de aquí a noviembre.
España cayó ante Suiza y no dio buena imagen, fue débil en defensa, poco contundente, con una circulación enrevesada, poco rauda y sobre todo escasamente productiva; igualmente preocupa en La Roja la carencia total de profundidad del equipo, sin ideas cuando se le cierra el carril central y ha de confiar en los extremos, a los que las defensas ordenadas se les atragantan. Sin embargo, lo más doloroso para Luis Enrique es que el perfil de jugadores por los que apuesta, algunos de ellos sin minutos y peso en sus equipos, no son efectivos en el fútbol de control de pelota que pretende.
Dicho de otra manera, a España dominar no le sirve para ganar, ni siquiera ahora para empatar ante una selección de un nivel inferior, como es la helvética. La Roja finalizó el choque del sábado en La Romareda con un 74,6 de posesión, pero perdió 27 balones más que su rival y tiró las mismas veces a puerta, ocho. Es verdad que la filosofía de juego del equipo de Lucho parece innegociable, pero, ¿es la que puede llevar a España a hacer algo grande en Qatar?
Si nos ceñimos a la calidad limitada de la plantilla, el arduo trabajo que le supone a España ganar los partidos, el nivel y cantidad de adversarios temibles en la Copa del Mundo y el estado actual de ciertos elegidos por Luis Enrique, los pronósticos dentro de dos meses parecen poco halagüeños para el combinado hispano. Cierto es que por ejemplo Francia e Inglaterra, sobre el papel, están peor en cuanto a resultados se refiere, pero el volumen de calidad de sendas selecciones les permite esperar al menos toques de genialidad, tan decisivos en fases finales de un Mundial. Sin entrar a sopesar este u otro nombre, a Luis Enrique le falla lo más importante: el argumento guardioliano de aquel maravilloso Barça (continuado con éxito por él en el club culé; eso sí, con la MSN), por ahora, no le es suficiente.